El caudal sociocultural del pueblo ucraniano es excelso. A diferencia de la propaganda filo rusa en el transcurso de la guerra, la identidad de Ucrania como pueblo es incontestable. Viene de siglos atrás, aunque siempre la "protección" de Rusia ha controlado los "excesos" nacionales y hasta folclóricos de esta región del Este europeo. Lo que no significa que los lazos históricos, y de sangre entre rusos y ucranianos haya sido algo predominante durante generaciones.
Ucrania (significa literalmente tierra limítrofe), país grande europeo conocido por sus iglesias ortodoxas, su costa del Mar Negro, y sus montañas boscosas, tiene a nivel lingüístico una diversidad que hace fácil entender las contradicciones culturales que el invasor Putin lleva azuzando desde hace años para convertir Ucrania en un Estado satélite al estilo de la época soviética durante los años del COMECON.
Una parte del país habla básicamente ucraniano, otra se comunica en ruso, y otra tercera lo hace en los dos idiomas indistintamente. Algo que se debe también a sus situación geoestratégica, a medio camino entre Europa y Asia. De ahí la vital importancia para Rusia.
Su singularidad radica en su ausencia de unidad religiosa (católicos tradicionales, ortodoxos, católicos de rito griego) y su falta de apego a la Iglesia, siempre cuestionada y caricaturizada por el pueblo ucraniano durante siglos.
En el refranero ucraniano abundan dichos populares que reflejan todo lo citado anteriormente, junto a un carácter rebelde que se expresaba siempre en lo cultural.
No olvidemos que los ucranianos han sido un pueblo sufrido. Gran parte de su población se encontraba sometida a la esclavitud, que se abolió en 1961, y a mucho antagonismo de clase. Con abundante miseria en parte de la población y donde la riqueza pertenecía a muy pocos. Pero uno de los refranes populares de Ucrania dice así: "El lobo caza, después al lobo cazarán", que explica muy bien la resistencia hasta el final para acabar con sus enemigos. Es un equivalente al refrán español "A cada cerdo le llega su San Martín".
Volviendo a la idiosincrasia de Ucrania, es necesario recordar el potencial cultural de un pueblo, que lejos de ser menor, sin apenas referentes en la música, literatura, pintura o danza, alcanzó durante largos períodos de su historia, una presencia sobresaliente en el mundo del arte. De Ucrania han salido algunos de los mejores artistas de los últimos 200 años. Y en plena invasión rusa es de vital importancia destacar a algunos de sus iconos más representativos.
Los pianistas Horowitz, Gilels, Richter, violinistas míticos como Óistraj, bailarines pioneros como Nijinski, escritores como Gogol y Bulgakov, o pintores vanguardistas como Malevich (padre del suprematismo). Son la punta del iceberg del arte ucraniano, muchas veces confundido con el ruso al pertenecer algunos de ellos a la época soviética. Aunque parezca una perogrullada, no todos los soviéticos eran rusos.
El ilustre compositor Sérguei Prokofiev (Romeo y Julieta, Pedro y el Lobo) nació en Donetsk, territorio en disputa, aunque su vida artística no se entendería sin la influencia de San Petersburgo y Moscú. Otro músico importantísimo por su virtuosismo y amplitud de repertorio fue Sviatoslav Tichter, nacido en Zhitomir, y considerado uno de los pianistas más importantes del siglo XX.
En cuanto al cine, la importancia es brutal. Aleksandr Dvzhenko, uno de los grandes cineastas soviéticos y pionero en la teoría del montaje, fundó los Estudios Cinematográficos que llevan su apellido. Director histórico junto Eisenstein o Pudovkin. Dziga Vértov, se trasladó en la década de los años 20 de Moscú a Ucrania para rodar lo más importante de su carrera, en el estudio cinematográfico VUFKU. Documentales de vanguardia como El undécimo año, la obra maestra el cine mundial El hombre de la cámara, o el primer documental ucraniano sonoro "Entusiasmo (Sinfonía del Donbass") son historia del cine soviético pero también ucraniano. Otro director importante, Paradzhanov, de origen armenio, contribuyó a desarrollar el séptimo arte en Ucrania, creando su propio estilo, alejado totalmente del realismo socialista imperante ya en su tiempo. La película más importante, posiblemente, de la historia del cine, "El acorazado Potemkin", de Eisenstein, está basada en historia acaecida en Ucrania. Recordad Odesa.
Son los más conocidos de un estado soberano invadido por el imperialismo ruso de Putin.
Muchos de ellos, soviéticos de convicción estarían horrorizados si vieran lo que ocurre en su tierra natal. Otros, aunque no fueran nacidos en la actual Ucrania, también sufrirían al ver los horrores de esta guerra injusta: Einsenstein, soviético nacido en Riga (Letonia) desde sus escaleras de Odesa, Jascha Heifetz desde Vilna (Lituania), o Mstislav Rostropovich desde natal Bakú (Azerbaiyán).
El mundo del arte también debe estar con los oprimidos, los invadidos, el pueblo ucraniano. Y todo comunista, progresista, y gente de izquierdas debe posicionarse contra una guerra, la de Putin, que es imperialista en su totalidad.
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