Por Sergio Sánchez.
Sin cámara no hay
encuadre, sin ésta, no hay intermediario para captar el espacio real. Encuadrar
significa mirar, dirigirse a un espacio determinado que selecciona un autor, y
está relacionado más con la manera de ver que con lo que vemos, tal y como apunta
Dominique Villain (1997) en su libro El encuadre cinematográfico.
El encuadre
segmenta, disecciona espacios visuales naturales poniendo límite tanto al
mundo real como al imaginario, desde un punto de vista subjetivo, en función de
criterios estéticos, narrativos e ideológicos.
En relación a las
características del lenguaje audiovisual y sonoro, debemos reflexionar sobre el
encuadre y su inclusión en parámetros de temporalidad. El tiempo, la
mutabilidad, la transformación desde que existe el encuadre es una consecuencia
inmediata de esto. La acotación del todo para convertirse en síntesis de la
vida, eso es el encuadre.
Pero no debemos
olvidar que la idea de encuadre está íntimamente relacionada con el universo
sonoro. El sonido es pieza indispensable en esto de lo audiovisual. ¿Encuadrar
es solamente mirar? ¿O también escuchar? Definitivamente el contenido sonoro
supera incluso al visual, ya que está acotado, delimitado, y el sonido no
necesariamente. De ahí las reflexiones filosóficas de Michel Chion acerca de la
relación entre sonido e imagen. Un micrófono capta el sonido más allá de lo que
visualiza la cámara mediante el encuadre, el plano, etc. Por lo tanto, no
siempre comparte el marco visual.
Así pues, aún siendo
el encuadre un concepto relacionado totalmente con lo audiovisual, está
delimitado por la frontera del marco visual, aunque esto no signifique que no
esté relacionado con lo sonoro. Michel Chion (1997) afirma que "hay momentos en que la música abre el encuadre o
al contrario...".
Para la composición
del encuadre deberíamos remontarnos a los inicios del cine, ya que en las
primeras décadas de existencia, principalmente el cine soviético, a excepción
de algunos autores como Griffith, el montaje y el encuadre tienen vital
importancia en la composición estética e ideológica de las obras. La imagen en
movimiento es el vehículo cultural más importante del siglo XX, y aún vivimos
en lo que llevamos de nuevo siglo de esa idea.
El espacio es
fundamental, no solo como concepto heredero de representaciones pictóricas,
sino como eje nodular que unifica en sí mismo, el mundo de lo sonoro;
concretamente el arte sonoro. Sin el espacio todo cambia. Del encuadre, y su
composición depende no solo el desarrollo de una obra audiovisual, sino que
pueden hacer cambiar radicalmente los postulados iniciales concebidos en el
mundo creativo. Los encuadres son el ADN estético para una obra, el punto de
partida y el mensaje final definitorio, ya que orienta al receptor donde el
autor quiere exactamente.
Partiendo del
encuadre no podemos olvidar la importancia de la angulación, la óptica, el
plano y sus distintos movimientos.
Todo lo que da
sentido a lo anterior, la esencia que define con coherencia el resto de ideas
es el encuadre. Su composición, según Präkel (2008) es un proceso estructurado
basado en la estructuración de ideas, en el orden de lo audiovisual.
La composición del
encuadre organiza visualmente las escenas, las secuencias en un contexto donde
todo es representación sometida a determinaciones culturales y sociales, e
históricas.
Uno de los géneros
audiovisuales de más recorrido temporal y con diversos estilos es el del arte
radiofónico. Desde las radionovelas hasta el radioarte de autores
especializados como José Igés, hay un largo trecho. La autora Lidia Camacho
(1998) es explícita en su interpretación del lenguaje radiofónico al titular
una de sus obras La imagen radiofónica, donde se adentra en el universo
radiofónico desde un punto de vista no solo retrospectivo sino innovador.
En cuanto a los
géneros y formatos, tal vez podríamos definirlos como cibergéneros, tal y como
apunta Carmen Lazo Marta (2011). En los audiovisuales, encontramos
principalmente el periodístico, el audiovisual, y los géneros de nuevo
tratamiento, híbridos, ideados en internet en las últimas décadas.
Sobre estos nuevos
formatos, cabe citar como características principales, y según la misma autora
citada antes:
1- Carácter multimedia basado en la
conjunción de todos los sistemas expresivos a nuestro alcance.
2- Ruptura de la secuencialidad.
3- Ruptura de la periodicidad.
4- Interactividad.
Dependiendo del
formato radiofónico, algunos elementos sonoros resaltan más que otros. Los
diferentes géneros son el documental o informativo (el vox populi, el de
testimonios, charlas), el argumental (radionovelas).
El reconocimiento de
los discursos audiovisuales está asociado a patrones dominantes, y sus
funciones comunicativas. Los patrones narrativos cambian pero en ocasiones se
emplean estructuras comunes entre emisor y receptor. El auge de lo digital está
transformando este inmovilismo. Como veremos más adelante, el modelo griego de
Presentación-Nudo-Desenlace no siempre es utilizado como discurso. El montaje
narrativo y expresivo no es uniforme en la actualidad.
Conviene aclarar que
el discurso audiovisual es una fusión de lo visual y lo sonoro dentro del marco
tiempo, y que mediante ciertos rasgos, se reproduce una realidad con un
significado emanado de lo que vemos y escuchamos. Y todo de una manera
simultánea, ya que normalmente se usan sistemas de sonido varios: voz, efectos,
silencio, música, interactuando narrativamente con las imágenes. Toda esa
articulación forman parte del lenguaje sonoro (como agente narrativo) y
audiovisual, como eje de interacción, mediante mecanismos internos propios,
entre imagen, palabra, y sonido.
La característica
principal de la imagen digital, independientemente de su interpretación
subjetiva es que está captada en código binario. Lo que significa, que nos abre
una nueva dimensión, dando un salto cualitativo, en el arte de la manipulación
y experimentación de la imagen. Otra de las características irrefutables es la
de la democratización de su uso debido principalmente al abaratamiento de sus
costes. El laptop, el software y un uso o conocimiento doméstico de los mismos,
nos permiten entrar en este nueva era digital, y cada vez a más temprana
edad.
Esto significa que
en cuanto al conocimiento y al saber entramos en una dimensión diferente que
posibilita a millones de usuarios a producir, no solo a deglutir, sus propios
trabajos, dentro de una mejora en la difusión (multitud de canales de
distribución independientes, e intercambio de documentos), una mejora en la
capacidad de almacenamiento, y un abaratamiento de las producciones.
Las resoluciones se
miden en número de píxeles mediante imagen de mapa de bits. Porque existe
también una nueva terminología académica para la descripción de toda la
tecnología que acarrea el mundo digital, en particular con lo audiovisual,
junto a la ya existente de la época analógica: bits, píxeles, retícula, punto,
línea, forma, tipos de luz, tonos...
Sobre la narrativa y
las nuevas formas de representación en los entornos virtuales aún se repiten
modelos heredados de los relatos analógicos, aunque se conforman nuevos, en
transición y conviviendo con los antiguos.
Manovich (2005)
señala que algunos objetos de los nuevos medios digitales no siguen el
principio narrativo tradicional (principio y final), sin desarrollar temáticas
organizadas o no.
Ahora más que leer
se navega, más que escuchar se revisa sin atención, y más que visionar se
interactúa con otros elementos comunicativos y mediáticos.
Otra característica
es la variabilidad, como sinónimo de mutable, y el cambio de lugar, como
elemento no espacial que reduce el espacio en los límites de una computadora
personal.
¿Qué tipo de
elementos han aparecido en los nuevos escenarios ahora virtuales? Ahora todos
conocemos y aceptamos como cotidianas palabras como wifi, bluetooth, usb,
interfaz.
La interactividad en
varios niveles, y la navegación por la red o ciberespacio, son dos de las
grandes características intrínsecas del mundo digital. Por último, la inmersión
como experiencia del mundo digital es destacable por el crecimiento y expansión
de la industria de los videojuegos, donde las experiencias vitales personales
de los usuarios les permite actuar narrativamente en un mundo totalmente
virtual.
Por lo tanto, la
hibridación, las transformaciones narrativas, la delicada relación entre lo
sonoro y lo visual, y la entrada de la era digital, han conformado un nuevo
lenguaje sonoro y audiovisual en relación con el patrimonio que aún está por
construir.
Referencias bibliográficas
Aparici, R., García, A., Fernández, A.,
Osuna, S. (2007) La imagen. Barcelona. Editorial Gedisa
Arheim, R. (1989) Arte y percepción visual.
Madrid. Editorial Alianza.
Chion, M. (1993) La audiovisión. Barcelona.
Editorial Paidós.
Chion, M. (1997) La música en el cine.
Barcelona. Editorial Paidós.
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Madrid. Editorial Siglo XXI.
Lazo Marta, Carmen., Los géneros
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Lenguaje y formato sonoro. Programa
Integración de Tecnologías a la
Docencia de la
Universidad de Antioquía.
Villain, D., (1997) El encuadre
cinematográfico. Barcelona. Editorial Paidós.