28.8.24

MaXXXine: terrordome en Hollywood.








La primera pregunta que deberíamos hacernos tras visionar la película es si MaXXXine, del audaz Ti West, nos puede sirve para asentir o para desestabilizar ideológicamente el sistema de Hollywood, como diría el escritor y periodista Rafael Chirbes en una de sus publicaciones. No podemos olvidar que la meca del imperialismo cinematográfico es otro protagonista principal, aunque metafísico, y maneja a su antojo a esos seres que incluso de manera sangrienta tratan de escribir sus vidas lo mejor que pueden, creyendo en un futuro personal mejor, aunque realmente, y sin tener con conciencia de ello, únicamente pueden tomar algunos apuntes a pie de página de su propia obra vital.


El cierre de esta colección (trilogía) meta cinematográfica es una de las señas de identidad del director, porque trata de restituir a esas gentes que se buscan la vida intentando abrirse camino en la jungla de asfalto. Si rebobinamos, otros personajes ya padecieron esa enfermedad de la precariedad, véase la película Cowboy de Medianoche, de 1969. Ser "chapero" o estrella del porno es la metáfora con más o menos puntería de lo que en términos marxistas denominamos venta de nuestra fuerza de trabajo. En este caso, la carne y los genitales para encumbrarse a lo más alto de la fama. Es lo que desea Maxine, la protagonista del filme, ser famosa mediante la coartada del cine.

Y con ese hilo conductor, pero sin establecer un análisis crítico en las formas y moral de esa búsqueda, West, realiza un notable repaso de aquellos (cada vez más lejanos) años 80, que en plena era Reagan y a modo de ficción, muestra desde un punto de vista pop, la cultura e idiosincrasia de aquellos años, donde la ley del más fuerte y el más competitivo se establece en el auténtico marco de juego. Unas reglas, por cierto, que ya pasan factura en esa decrepitud capitalista. La estética del filme es el universo gore ochentero, las snuff movies, y cine giallo como referencias directas, pero para las masas.

Lily Collins lo explica genial en su papel; tiene suerte de seguir rodando películas aunque no sea con papeles protagónicos, porque lo importante es pagar el seguro médico. Pregunta: ¿Hay algo más aterrador que eso?

El manejo del montaje y el ritmo en la película es de alguien que sabe que tiene talento e intenta que lo sepamos. La primera mitad de la película es apoteósica en ese aspecto, así como el uso de la música y los sonidos (donde el cine de terror sufre menos prejuicios en cuanto a experimentación). La selección de las canciones es perfecta y sin coger especial importancia, describen fielmente aquellos años, circa 1985.

Lo que más destaco, además del montaje y la música, es el guiño humorístico (sin rozar lo absurdo y la parodia) de todos los tributos que acontecen mientras se desarrolla la trama. Hay mucho simbolismo en cada secuencia, como por ejemplo cuando las cintas de VHS en el videoclub son salpicadas bruscamente de la sangre de uno de los actores secundarios. En mi opinión es la representación del asesinato de esa cultura del videoclub. Aparecen transeúntes disfrazados de Chaplin o Keaton.

West acierta en el casting. La protagonista Mia Goth parece haber nacido para rodar esta película. Su interpretación es descomunal. En cuanto al resto de interpretes la mayoría están cercanos a la excelencia a pesar de su escaso desarrollo psicológico. Mención aparte merece Kevin Bacon, un actor superlativo que construye un hito sobre la personalidad de un detective chusco y sin escrúpulos, amante de lo zafio sin saberlo, y con querencia por la buena vida pero que hace exactamente lo mismo que Renfield sirviendo a su amo. Aunque en vez de comer cucarachas bebe bloody mary. Verle actuar con su vestimenta invita a recordar una versión ácida y mugrienta de aquel detective con la nariz rota en Chinatown.


Su desaparición de la trama es sublime, pero más aún esa reyerta de retazos cinéfilos cuando persigue a la protagonista hasta el decorado de uno de los remakes de Psicosis. Es uno de los momentos delirantes de la película, aunque para llegar a ese éxtasis antes hay que ser cinéfago. De lo contrario, el carisma de la película puede desaparecer a los primeros compases.

Otro momento a destacar es cuando la protagonista acude a una discoteca de la ciudad angelina. Es una de las mejores secuencias de esa temática que se han rodado. Los ambientes y la música siempre son rodados de forma "cutre", sin el alma y la efervescencia que se generan en esos lugares tan especiales. El uso del la luz estroboscópica como parte de la estética es perfecta. Y si le añadimos que la canción elegida es "Welcome To The Pleasuredome" de Frankie Goes To Hollywood, todo cuadra a la perfección y eleva a categoría de arte esos momentos de diversión. Esa secuencia estaría a la altura de la discoteca del capitulo japonés de Babel de Iñarritu, el concierto de Bauhaus en el inicio de El Ansia, o el after post punk de Jo, qué noche. Lo que ocurre después más que placer es puro terrordome, como pocos años más tarde rapearían Public Enemy. La pincelada sonora de New Order con "Shellshock" significa que el director no es un garrulo con aspiraciones de posmodernidad. Está bien asesorado.


Lo peor: el final de la película donde readapta, a su manera, a De Palma mediante una crítica zafia al fundamentalismo mesiánico y ultraconservador, hilo conductor de la película. La sobreactuación (queriendo o no) del reverso antagónico de Maxine, es puro vertedero. Mejor que no hubiera descubierto su rostro porque su pésima interpretación (incluyo a su pandilla de chalados ultracatólicos) acaba con una especie de ajuste de cuentas a lo Charles Bronson o inspector Callahan.

En definitiva, esa marea de revisiones atractivas sobre aquel otro cine, no es más que la necesidad de la industria del cine de readaptar y homenajear a esos trabajadores en EEUU que desarrollaron sus carreras en aquellos años de conservadurismo y de reverencia a la farlopa.

Nota: 6.5/10





18.6.24

Acerca del uso del ruido en la música popular



Acerca del uso del ruido en la música popular es el título que he elegido para esta especie de reflexión, algo diferente a lo que podríamos señalar como un pequeño artículo. He buscado el tiempo que no tengo porque la temática me obsesiona desde hace varios lustros. Y porque la apuesta de largo del autor (tras décadas escribiendo sobre música y cultura) bien lo merece. Bien, se trata sobre la reciente publicación en Alpha Decay de Un cortocircuito formidable: de los Kinks a Merzbow: un continuum del ruido, libro del crítico y divulgador cultural (i altres coses mésOriol Rosell

Este acercamiento a la historia del uso del ruido en la música popular y la experimental, consta de 235 páginas (si no me equivoco) y debería cortocircuitar los prejuicios de la gente acerca de los ruidos (siempre con connotaciones negativas y opuestas a la música). Incluso a los que detestan profundamente cualquier tipo de ruido. Desconozco si esa era la idea original, pero desde el inicio, incluido el más que correcto (por definitorio y sintético) prólogo de Javier Blánquez, hasta el último capítulo, se nos avisa de que esta publicación no es un trabajo exhaustivo sobre el tema en cuestión. Algo que agradecerán los que llegan a él desde el desconocimiento pleno de ciertos estilos y corrientes musicales, que por otra parte, están alejados del público (incluido el más joven). 

Mi percepción es que aún así, sí que explica de manera sencilla y clara (para las masas) cuales son las bases del marco teórico y práctico que incitaron a que en el pasado siglo (en sus inicios) el uso de sonidos atonales, estridentes y nunca antes considerados música, sirviera a ciertos proyectos musicales (académicos, populares y experimentales del submundo underground) como una vía correcta de expresión, aunque solo fuera a un nivel meramente estético. Y lo complicado del asunto es que esa aparente claridad arroja luz, más que dudas, en este proceso gnoseológico con forma de pequeño libro. Y eso es todo un logro.

Desde un punto de vista que podríamos considerar de acracia lúcida, los derroteros que sigue Rosell en el libro son los de mostrar ciertos aspectos nodulares, y diría también que azarosos, de lo que a la postre sería el fenómeno y referente contracultural más destacado del siglo XX, el ruido como elemento creativo, de comunicación, y de arma arrojadiza en el arte. Lo más destacado para él, y no desde un punto de vista únicamente estético, desde el subjetivismo (obviamente) con fundamento, es que repasa momentos que cambiaron la historia de la música reciente, con discos y nombres de referencia, en un sentido amplio, que gustará seguramente a los neófitos y amantes del pop y el rock más minoritario. 

Lo que resulta paradójico es que un libro (necesario y ameno) como este, se publique en un tiempo que en mi opinión podría considerarse como el de la resaca del noise. Ya que su época de esplendor, al menos a nivel popular y contracultural, al margen de lo académico y aparentemente serio, abarcaba la última parte de los años 70 del pasado siglo hasta la mitad de los años 90, cuando ya los sonidos más ruidosos (por ejemplo en el ámbito del rock) estaban tan familiarizados que en los bares la juventud sónica escuchaba a grupos de rock marcadamente ruidosos sin que nadie se "tirara de los pelos". Algo que ahora sería impensable en la cada vez más aséptica música pinchada en los "locales de marcha". En cierto modo, y permítanme la expresión, "vamos como los cangrejos". 

Es más, en El ruidismo como realidad sonora: la rebelión contra el arte burgués, publicado en la revista digital Sul Ponticello el 7 de mayo de 2015, un artículo que escribí y donde di rienda suelta a mi pensamiento en ese momento sobre el ruido, su uso como herramienta para el arte (ruidismo), y las consecuencias directas e indirectas que tiene según su uso (más allá de lo estrictamente musical),  recibí ciertos comentarios de músicos de los 80 que participaron de ello de manera protagónica, y de manera crítica, alegando que eso del ruidismo como concepto de arte en la música y de expresión social y generacional ya estaba más que superado. Y que debería ser condenado al rigor mortis. Esa subjetividad repleta de prejuicios (por motivos que desconozco) no era para nada creíble. Pero no porque no tuvieran parte de razón, que la tenían, sino porque hasta la última coma olía a derrotismo.

En el primer párrafo de ese artículo escribí lo siguiente: "La finalidad del ruidismo como movimiento estético y "musical" consiste en la oposición a los atractivos de las formas sonoras ya hechas de antemano, las consideradas como tradicionales. Pero deberíamos preguntarnos si en la actualidad el ruidismo como género contundente y visceral por antonomasia es aún el gran movimiento de reacción capaz aún de cambiar la música". 

Casi una década después, no cambio ni una coma. Y lo mejor, nueve años después se publica este imprescindible y atractivo libro, que ni es libelo (lo que dirían sus críticos), ni una enciclopedia (ni falta que hace), ni un testamento de algo caduco y muerto. Todo lo contrario, es una guía (ciertamente incompleta y puede que imperfecta en algunos aspectos) con una visión alternativa, muy global, y nada sectaria (todo un acierto), que ayudará (yo diría que iluminará) a algunos a quitarse el pasmo que la élite cultural dominante ha instalado en sus cerebros desde bien niños. En realidad, este libro está publicado "a contrapelo" contra ciertas modas actuales que con sus latigazos etéreos y de sobredosis de acoples y reverbs de bubblegum, nos empalagan hasta la saciedad. Lo acertado de la óptica elegida por Rosell es precisamente esa, la de no arrinconar aún más un estilo (o varios, porque son muchos) o más bien una manera de usar el ruido, que ya de por sí, está encarcelado en las mazmorras de lo minoritario. 

Así pues, mis sinceras felicitaciones al autor por escribir y condensar todo su pensamiento de años al respecto del todopoderoso ruido infiltrado en las músicas populares. Y también a Alpha Decay por sacarlo a la luz y no permitir que estuviera en un cajón guardado o en el mejor de los casos, escrito para una minoría en algún fanzine (imagino) de corto recorrido en la distribución.

El libro es muy ilustrativo de lo que fue esa corriente (muy diversificada y en ocasiones antagónica), y desbroza la tradición noise desde sus orígenes futuristas (acertadamente propone como piedra angular a Luigi Russolo) hasta el uso de la música popular de las estridencias atonales, la música industrial, el llamado japanoise y la electrónica más ruda y anti melódica. La conexión está ahí, Oriol Rosell la muestra en sus seis capítulos (incluido el epílogo), y es todo un acierto frente a las visiones sesgadas y estanco que ciertos gurús de la crítica musical (principalmente de la electrónica) han ofrecido habitualmente desde hace años. Pero la realidad es tozuda. Más aún, la verdad es revolucionaria. Y este libro tiene mucho de verdad.

El nexo aparentemente inexistente entre El arte de los ruidos de Luigi Russolo, Pierre Schaeffer, The Kinks, MC5, el Lou Reed de Metal Machine Music, Throbbing Gristle, Monte Cazzaza, Emil Beaulieau, Hijokaidan, Boredoms, Masonna, Hanatarashi, Toshiji Mikawa y Earth, es irrefutable. Un cortocircuito formidable defiende esa tesis, que en mi opinión es acertadísima.

Pero no me sorprende, ya que desde hace años conozco la posición de Rosell acerca de estos temas, y también de que estaba "rumiando" la idea de publicar un libro introductorio y total sobre las distintas propuestas sonoras y acercamientos al ruido como elemento primario para la expresión. 

De cualquier modo, este acercamiento  transversal y anti sectario es arma contra las mentalidades obtusas y cuadriculadas, donde la historia del ruido en la música (que no la historia musical del ruido) explica mejor que algunos historiadores revisionistas y positivistas, el pensamiento y el devenir sociocultural de los últimos cien años, a través de unas músicas (perdón he dicho música) que de forma oculta y soterrada nos han acompañado (cuando rompían el silencio impuesto de la dictadura capitalista) sin que nos diéramos cuenta. Este libro, que os recomiendo encarecidamente, es muy didáctico, nada neutral (afortunadamente), algo denso por la cantidad de información y de nombres desconocidos para el gran público, pero muy ameno. 

Con un estilo certero que aparca saturaciones hipster impostadas y traídas de la tierra de las barras y estrellas, el libro ayuda al común de los mortales a desentrañar los tipos de propuestas diferentes que algunos grupos y artistas han desarrollado en sus contexto histórico y cultural. 

En los años 60 del siglo pasado The Kinks (interesante inclusión del grupo británico en este libro sobre ruido que alertará a los adictos radicales del japanoise), los escoceses The Jesus & Mary Chain, (icónica banda del indie rock), o Masami Akita con su heterónimo Merzbow (todopoderoso dios del ruido para el público más generalista). 

¡Importante! 

Esto significa que no es un libro sobre japanoise, y demás subgéneros radicales del noise más crudo. Gustará tanto a los más eclécticos y anti talibanes amantes del rock menos anquilosado, como a los completistas de discos de William Bennett y sus compañeros cabrones de viaje ultra noise rock. Porque en definitiva, quien piense que en un libro no puede compartir páginas Kevin Shield, Throbbing Gristle o Whitehouse, es que no tiene ni idea, independientemente de lo que se piense de las producciones musicales de los artistas citados. 

Repito, no es un libro de ruidismo (ese concepto-definición de los años noventa que tanto amo), sino del uso del ruido como elemento creativo tanto en la música popular (contracultural o no) como en la académica (vanguardista o no). 

Es cierto que no soy crítico cultural, ni articulista, ni prescriptor, ni columnista, ni entrevistador. Aunque he ejercido en algunos momentos de mi vida de todo ello, pero quiero que sepan que para quien les escribe, el ruido es un ineludible sismógrafo de la época imperialista industrial y postindustrial, que oscila desde el último tercio del siglo XIX hasta la actualidad. 

La cuestión es que ese recorrido de la música y el ruido, que incluso genera la propia sociedad interactuando en la naturaleza, y de ¡la propia naturaleza! (más ruidosa aún que el mundo urbano que generamos la humanidad), ha sido apartada durante décadas, incluso censurada como algo aberrante y degenerada. 

Por mi parte, el noise, ruidismo, o como queráis denominarlo, más allá del uso fagocitado del pop y del rock de la industria musical, es más necesario que nunca. Y aunque ha sido usado a nivel estético por gentuza fascista (que levante la mano el género musical que esté libre de grupos y música nazi), o por gobiernos autoritarios y dictatoriales (ráfagas de ruido contra manifestantes en la calle o presos encarcelados), el ruido es más que liberador, es simplemente un elemento natural más de nuestro mundo. Por cierto, sobre la cuestión del ruido como elemento represivo contra las masas revolucionarias, mi amigo Kamen Nedev podría realizar un master al respecto. No tengo duda de ello. Sin contenido político de lucha contra el poder, las propuestas noise aparentemente más viscerales, son inanes, inofensivas, y hasta cierto punto ridículas (en el mejor de los casos).

Como hijo de obreros y como obrero ocasional durante algunos años de mi vida, lo que para cierto tipo de gente es algo estridente, molesto (por atonal, anti armónico y arrítmico) para mí, el ruido (la mayoría de ellos) es la banda sonora de una clase social (la mía) que no se perturba con los decibelios "gruesos". Encuentro en ellos más musicalidad (perdón por describirlo así) que en ciertas partituras de compositores clásicos y populares. Algo muy Russoliano, por otra parte. Partiendo de lo que la gente considera ruido (algo molesto e insoportable a nuestros oídos), un pasodoble militar es para quien les escribe mucho más insoportable que los sonidos de una depuradora a pleno rendimiento, o una línea de producción de botellas de cristal para zumo (donde estuve trabajando durante un buen tiempo).

Lo que conocemos como noise es la antítesis de la tradición, y lleva años dando muestras de que es algo más que una dicotomía entre formalismo y antiformalismo, algo de lo que tal vez no se parte en el desarrollo de los capítulos, no le interese o tampoco sea operativo (a nivel ideológico) para el autor. 

Tal vez es que al deglutir el libro en un par de días, no he percibido "ese más allá" que esa dicotomía. Pero lo que queda muy claro es la intención de Rosell de mostrar este universo cuasi paralelo, como una manifestación cultural con un concepto del universo sonoro incompatible con la oficialidad y el orden inoculado en cada uno de nosotras y nosotros. 

La cuestión es si todo esto ya ha quedado caduco, puesto que el sistema económico capitalista, con su orden cultural y su ideología dominante, se ha apropiado (destruyendo toda la parte subversiva y abrasiva) de todo lo que representaba el noise como antítesis al poder establecido. No hay más que escuchar los ruidos domesticados de ciertas producciones comerciales de pop y R´N´B. Es ahí donde la "esencia" del ruido desaparece por el alcantarillado porque se empasta con la melodía. 

Si es melodía, no es noise. Digo esto como frase lapidaria, para sintetizar de forma radical mi filosofía sobre estas cuestiones, y para dejarlo claro. Por eso, los oyentes, mayoritariamente pueden aceptar ruidos en las producciones de música pop (no en el sentido de popular), pero nunca escuchar más de un minuto la saturación ruidosa e irritante atonal y anti armónica de un sonido que se eterniza durante minutos, o incluso horas. A no ser, por cierto, que se acompañen de imágenes en una proyección, o una película. Pero eso es harina de otro costal y que merecería otro artículo. Os pregunto: ¿Dónde están los sonidos ásperos, marcadamente sucios y molestos en esas producciones aparentemente super avanzadas? Enterrados, la industria musical no los permite. Que os quede claro. 

El conflicto estético, más que simpleza formal, lamentablemente no nos llevó a situarnos en ese motor de la historia llamado lucha de clases, en un sentido creativo y de organización, que nos debía llevar a un cambio transformador, que imagino es a lo que la gente decente aspira toda su vida. Al final, y aunque me cuesta escribirlo años después, el objetivo y resultado de una parte (no todos) de este tipo de propuestas (por muy radicales que sean) ha consistido en desorganización y destrucción derrotista, con una única finalidad que se sustentaba finalmente (y a niveles prácticos) en una oposición sin transformación, en un individualismo sin más poder que el de representar la angustia dentro de un sistema económico feroz y asesino. 

Mayoritariamente los músicos que hemos usado el ruido como herramienta compositiva y de expresión, hemos caído en algunas ocasiones en esa corriente mayoritaria. Es normal, en el mundo de la contracultura musical, también existen ideologías "dominantes" subterráneas que se manifiestan paralelamente a la mayoritaria y auténticamente dominante. 

Y el resultado es lo que tenemos, el noise como tradición (quien lo iba a decir) y elemento de estudio, y la fagocitación de sus premisas estéticas por los que siempre fueron, son, y serán nuestros enemigos (de clase). 

Partiendo de las palabras finales de Rosell en el libro, pero con otra idea similar, definitivamente considero que hay que seguir luchando aunque se fracase, porque al final llegará la victoria. Porque el ruido sí podrá vencer, saltando por encima de sus mil fracasos. De eso estoy seguro. Al menos, con este libro ya tenemos una batalla ganada. Ahora toca ganar la guerra.

Vivan los ruidos. ¡Larga vida al noise!

13.6.24

Furiosa: óxido, arena y ruido.



La película Furiosa es la continuación pluscuamperfecta y operística de la saga Mad Max. Presentada como la precuela de la revisión que el propio director realizó en 2015, esta nueva entrega tiene como ingredientes altas dosis de chapa, óxido, arena, ruido bello y venganza, adereza de una luz siniestra que se enfrenta a un caos dominado por sobrevivientes sanguinarios que tiempo atrás desterraron todo recuerdo humanístico. 

Los 148 minutos discurren como un kilómetro en autopista casi sin pestañear. Dividida en varios movimientos, George Miller, ya en su ocaso vital, nos regala un portento visual y de alto nivel en el montaje. Sin impactar tanto como la predecesora, y desarrollando el uso de ciertos efectos visuales digitales (bien gestionados), Miller estructura la historia al dedillo, sin opción a errores, estableciendo la justificación de la realización de una precuela, que es un recurso lamentablemente demasiado usado por los estudios de cine para ordeñar aún más beneficios. 

Pero en esta nueva entrega todo encaja a la perfección, excepto la presentación de un paraíso verde minúsculo en medio de un mar de arena gigantesco. Algo que resulta bastante inverosímil. La música de Junkie XL (Tom Holkenborg) no está a la altura de la anterior película, pero no importa, el verdadero protagonista es la sinfonía de ruidos de motor que haría resucitar a los pioneros del futurismo como Luigi Russolo. Esos rugidos maquinales son celestiales, y suenan como metáfora de la libertad raquítica que esos despojos humanos engrasan con sus vehículos: que son la única opción que tienen para circular en ese desierto teñido de violencia. 

La descripción del entramado económico y sanguinario de ese territorio apocalíptico explica su origen y desarrollo, en un equilibrio falso que rompe en mil pedazos un caudillo psicópata con ansias de proclamarse emperador que parece salido de una carrera de cuadrigas con cilindros. Me refiero al personaje Dementus. La lucha de clases entre la élite villana se agudiza a lo largo de la película, en paralelo al deseo de la niña protagonista de volver a su perdido paraíso familiar, pero antes debe que desencadenar su venganza contra los que destruyeron su infancia. 



La violencia es radical pero no gratuita, y se debe básicamente al conflicto generado por el control del entramado económico organizado y de poder, que se traduce en el dominio del transporte y del comercio  (trueque) mediante vehículos con potentes motores. 

Esos motores que rugen a lo largo de toda la película son coprotagonistas, dominando plenamente todo el espectro sonoro. Habría que volver a leer El arte de los ruidos de Luigi Russolo, o el Manifiesto Futurista de Marinetti, para comprender el alcance del esos sonidos como metáfora de poder y de cambio sociocultural. Como los futuristas, Miller exalta a las máquinas, la lucha por el poder a través de la agresividad, la guerra, la fuerza, la velocidad, el caudillismo, y por último la destrucción. 

Algunas de las secuencias de persecución mantienen un tono intencionadamente brusco, en contraposición con la quietud eterna del desierto, que sigue y seguirá durante siglos. Tal vez desde esa perspectiva podamos encontrar otra dualidad en la propuesta fílmica del director. Que en realidad es lucha del silencio del desierto contra el ruido de los despojos de la civilización desaparecida décadas antes. 

"…íbamos aplastando contra el umbral de las casas a los perros guardianes, que quedaban estrujados bajo nuestros neumáticos quemantes como cortafuegos." (Marinetti)



La dicotomía principal en el plano sonoro se concentra en el silencio del desierto, degradado por tormentas y demás acciones climatológicas, y también en la bestialidad inhumana mediante ruidos generados por los motores de esos vehículos-herramienta.  Furiosa usará esa bestialidad que la ha hecho sobrevivir contra sus enemigos. La experiencia desgarradora de su secuestro, supondrá una fractura vital que marcará su carácter para siempre. Del idílico paisaje casi de ciencia ficción tras la hecatombe, a la frialdad humana del desierto, la protagonista vivirá una inmersión total para contraatacar en el momento oportuno. Pasarán años, y mientras tanto se readaptará al servicio de la élite sanguinaria. Era eso o la muerte en el submundo lumpen reflejado en esas "madrigueras" de la parte inferior donde la mendicidad radical al borde del canibalismo, existe (que no sobrevive) como puede.

Miller deja poco espacio para el ámbito íntimo. No se recrea lo más mínimo en desarrollar el crecimiento psicológico de los personajes, plantados desde el minuto uno en la violencia extrema. Lo más cercano a ese precepto son los silencios, las nulas palabras (presididas por su mirada) de Furiosa. Sin ambivalencia, la precuela ahonda en el sufrimiento de ella por la separación trágica de su familia, mostrando la afición por la venganza como forma extrema de justicia. Furiosa no tiene otra opción si quiere volver a sus orígenes. Y su reinvención en Furiosa (no destripo más) es la clave para mantenerse viva durante años. 

La deriva (en el buen sentido de la palabra) que irán tomando los acontecimientos hasta el desenlace que se emparenta con la película del 2015, no va engaña a nadie. Ya que los espectadores viajan también en esa road movie infernal sin esperanza de un regreso a la etapa anterior. Eso tal vez sea lo más desolador, la concienciación de que no hay camino de retorno al pasado. El mundo, tal y como conocemos, fracasó. La desolación es el clima imperecedero de ese desierto asfixiante que se refleja magistralmente en la fotografía. 

Los colores dorados y cálidos son en realidad el frío del alma. Y la pulsión de vida es radiografiada en los ruidos bellos de los motores de motos, coches y camiones de esa nueva sociedad incapaz de generar más allá de la muerte y la tortura. Bueno, sí saben fabricar mediante el reciclaje, caballos metálicos de gran cilindrada.


Nota: 4/5

28.4.24

Armonías extremas. La fusión de ruido y ritmo. Disco de Meat Beat Manifesto y Merzbow


Dos mentes en sintonía que provienen de las aristas de la música electrónica más influyente y radical se han unido para publicar un EP llamado "Extinct", que publica el genial sello Cold Spring. Me estoy refiriendo a dos monstruos de culto: Jack Dangers (Meat Beat Manifesto) y Masami Akita (Merzbow). Ambos son venerados por su influencia en la música de baile electrónica, en el caso de Meat Beat Manifesto, y del noise japonés en el caso de Merzbow. 

"No podemos hablar el mismo idioma, pero en el vórtice del sonido, hay una comprensión cruda y primaria que trasciende las palabras. El ruido puede ser arte, una representación visual podría ser tal vez Nº5 de Jackson Pollock, un plexo de caos redefiniendo lo que la música puede ser y podría ser. Empujar los límites con Masami no fue solo una aventura musical, fue una clase magistral en anarquía sónica". (Jack Dangers).


La música electrónica ha evolucionado mucho en muy pocas décadas, generando una amalgama de estilos y subgéneros que en la actualidad pueden convivir, como en el caso de los protagonistas del disco. Todo un ejercicio estilístico de notable interés que hará las delicias de sus seguidores, posiblemente más del nipón por el uso de sonidos extremos habituales en su discografía extensa. Eso sí, están arropados inteligentemente por ritmos quebradizos, afilados y agresivos de Meat Beat Manifesto, que no se queda atrás en el uso visceral de bombos y cajas, recordando en ocasiones a las producciones de Container.

Este disco es un desafío más que intenta traspasar nuevamente las barreras tradicionales. Y el caso es que lo consiguen. Exploran hasta satisfacer a los oyentes necesitados de nuevas propuestas sonoras, aunque sin impactar con su propuesta. La interacción de ambos en los dos temas que aparecen en el disco es equilibrada, aunque desconozco el método de trabajo que han tenido ambos proyectos. De principio a fin se modulan ritmos mientras que los ruidos son manipulados hasta el salvajismo habitual de Akita. Los ritmos no son bailables, aunque en realidad todo puede bailarse, ¿verdad? 

Dangers y Akita convergen en este proyecto que posiblemente no tenga continuidad a corto o medio plazo. Se quedan, a pesar del interés de la propuesta y los nombres de sus protagonistas, en un divertimento más dentro de lo que son sus dilatadas y reivindicadas carreras. Para impactar hoy día se necesita algo más, y dudo que hayan invertido mucho tiempo en la producción del disco.


En mi opinión no han llegado a traspasar las fronteras estilísticas "convencionales" de las músicas anómalas y minoritarias, esas que están dentro del vanguardismo. Aun siendo un disco interesante y disfrutable, por separado pueden sintetizar mejor sus ideas, llegando sin duda a cotas artísticas más altas. Hay nuevas texturas, pero realmente no inventan nada. El ruido aparentemente controlado genera pulsiones con la estructura rítmica con habilidad suficiente para destacar entre la marea de publicaciones, pero dudo que sea un disco considerado entre lo mejor de este 2024. Y si lo está será por la importancia de quien firma el trabajo.

Es un buen lanzamiento, pero sus atmósferas explosivas se quedan a medio camino entre el ejercicio estilístico sin más y una obra mayúscula capaz de sobrevivir con el paso del tiempo. También denota un aire a ensayo de lo que tal vez hubiera sido un disco de larga duración con más tiempo de maduración. Podría decir también, sin entrar en contradicción, que supera el nivel de muchos discípulos de ambos, ya que la sutilidad y el uso de recursos bien trabajados durante décadas, se aprecian por momentos en las dos canciones: "¡Flakka!" y "Burner".

"Extinct" es un paso interesante que me recuerda a un Steve Reid como si estuviera endemoniado y esclavizado en lun inframundo ruidista y brutalista. Pero la audacia se queda a medio camino en esta exploración dual de dos de los proyectos más influyentes para mí en décadas. Lo que sí demuestra es que el ruido es arte, así que como nota, se lleva un aprobado para un disco que hará las delicias de los amantes de lo arriesgado. 

3/5


22.2.24

RESONANCES OF RESISTANCE: SONIDOS EXPERIMENTALES PARA GAZA



Resonances Of Resistance: Sonidos experimentales para Gaza, es un recopilatorio sin ánimo de lucro que el sello República Ibérica Ruidista publica en formato digital, a partir de la convocatoria abierta del artista sonoro Sergio Sánchez para apoyar al pueblo palestino en su lucha por la libertad y por denunciar el genocidio y los crímenes de guerra del Estado de Israel.

En el disco (gratuito) podréis escuchar las diferentes propuestas sonoras experimentales que, desde el eclecticismo, se vertebran a través de la solidaridad de los artistas participantes con Gaza. Un gran número de grabaciones han sido recibidas, cubriendo ampliamente las expectativas generadas ante la justa propuesta de apoyo al pueblo palestino. 

Muchos estilos y subgéneros suenan en este amplio recopilatorio: improvisación libre, electroacústica, noise, ambient, industrial, etc. Los participantes seleccionados manifiestan públicamente su total solidaridad con Gaza y el pueblo palestino, exigiendo un alto el fuego inmediato, la paz en el territorio, y denunciando el genocidio que sufren los gazatíes.

La máxima prioridad ahora mismo es parar el exterminio sistemático y organizado por parte del Estado de Israel y EEUU, máximos culpables de tal masacre. Los artistas participantes defienden el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, a ser independientes, y a vivir en paz sin opresión. Gaza y Cisjordania son las dos cárceles al aire libre más grandes del mundo, y sus habitantes viven en condiciones infrahumanas con un continuo aparheid donde no se respetan los derechos humanos más básicos.

Más de 80 grabaciones de decenas de músicos experimentales (incluido un video de Los Voluble) y 7 horas de música, ofrece República Ibérica Ruidista en este recopilatorio solidario, una interpretación sónica de lo que está sucediendo en Gaza. 

La gran mayoría son temas inéditos, creados ex profeso para la ocasión. En un principio el título del disco se titulaba «Gaza. Un nuevo holocausto» y las donaciones serían para Save The Children, pero tras una reflexión tras recibir información de primera mano sobre las ayudas que reciben los palestinos, y por el el ataque de Israel a la organización que más apoya directamente en el terreno, se ha optado por pedir una donación la UNRWA, la agencia de la ONU que de ayuda a los refugiados y refugiadas de Palestina por un futuro digno. El nuevo título digamos que es más combativo y positivo.

Más de 2 millones de personas, la mayoría mujeres y niños, están secuestrados en su propia tierra y siendo aniquilados por un Estado que se cree con la impunidad (gracias al imperialismo de EEUU) de asesinar inocentes. En el momento de la publicación de este disco, hay más de 28 mil civiles asesinados, violándose todos los derechos humanos conocidos (Carta de Derechos Humanos, y Convención de Ginebra), lo que ha provocado el desplazamiento de 2 millones de personas. Hay que parar este genocidio ya.

Y toda ayuda, aun siendo simbólica, es necesaria. Los palestinos deben saber que no están solos, que la gran mayoría de los pueblos del mundo están con ellos, y no con Israel y su cómplice EEUU. Son ya más de 70 años de guerra, genocidio y aparheid. No podemos quedar impasibles o mirar hacia otro lado.

El mundo de la cultura, y concretamente el de la música, tiene la obligación moral de apoyar al oprimido y denunciar al opresor. Se han firmado manifiestos, pero aún no se ha publicado un disco de apoyo explícito sobre Gaza y Palestina. Una vez más, los silenciados músicos experimentales (y en ocasiones denostados), somos los que más activamente participamos en reivindicaciones justas, sin mirar para otro lado, como sabemos hacer, trabajando con los sonidos. Muchísimas gracias a los participantes por su altruismo, solidaridad. Los aquí presentes son los más valientes de la escena.

Los crímenes de guerra de Israel deben ser juzgados. Nuestro lugar está con la justa causa del pueblo palestino.

Y por último, pero no menos importante, República Ibérica Ruidista os pide un pequeño gesto, un momento de vuestra existencia para apoyar al pueblo palestino. ¿La mejor manera de hacerlo? Una donación económica, por pequeña que sea, ya que estaréis ayudando directamente a esos niños con un futuro que tristemente se cuenta por horas, porque no se sabe si una bomba caerá sobre sus cabezas.

Unos pocos euros pueden salvar vidas (luz, medicamentos, comida, agua, ropa).Vuestras donaciones al siguiente enlace oficial de la UNRWA. Gracias.

¡Viva Palestina Libre!

DONATIVOS: https://secure.unrwa.es/donativo


18.2.24

Los Voluble & Jazznoize - Palestina Libre

Este es el video creado por Los Voluble con mis sonidos experimentales, a modo de colaboración para el disco tributo y de apoyo al pueblo palestino. Se incluye en el disco donde aparecen una buena parte de la escena experimental española, y que publica el sello República Ibérica Ruidista. 

14.1.24

Recopilatorio del sello República Ibérica Ruidista en apoyo a GAZA.


El sello de música experimental República Ibérica Ruidista lanza una convocatoria abierta para un recopilatorio en apoyo a Gaza.



El músico murciano Sergio Sánchez (conocido como Jazznoize) lanzó el viernes 12 de enero una convocatoria abierta para músicos dentro del ámbito de las músicas experimentales. Las composiciones seleccionadas se publicarán en formato digital en el sello, siendo el plazo de entrega el próximo 1 de febrero. Las especificaciones de envío, formato de audio, etc, se encuentran en las redes sociales del artista (Facebook, X, e Instagram). El título será "Gaza. El nuevo holocausto". En el disco se escucharán las diferentes propuestas estéticas que estarán unidas por la solidaridad de los artistas con el pueblo palestino, por la exigencia de la creación del Estado de Palestina y un alto el fuego inmediato que proteja a la población civil, y por el llamamiento para que los culpables del genocidio y terror perpretado por el Estado de Israel (con apoyo directo de EEUU) sean juzgados por un tribunal internacional.

El dinero recaudado (5 euros) con la compra del disco será donado a la UNRWA.


El plazo final para el envío de los audios es el 1 de febrero.

Debe enviarse en formato WAV, al correo electrónico jazznoize@hotmail.com a través de WeTransfer. 





República Ibérica Ruidista launches an open call for a digital compilation in support of Gaza.

DEADLINE: February 1st.
Wav audio.
WeTransfer to jazznoize@hotmail.com
Title of album: "Gaza.The new holocaust."

Experimental sounds united with the Palestinian people, by the demand for the creation of the State of Palestine and an immediate ceasefire that protects the civilian population.
The money raised (5 euros) from the purchase of the album will be donated to Save The Children.

10.1.24

Niblock, maestro del minimalismo.

Phill Niblock 1933–2024 RIP.



Efectivamente, Phill Niblock ha muerto. Era uno de los grandes popes de la música experimental, difícil se hacía entender la música electrónica más alternativa sin él. Pero no hay que estar tristes, ha tenido una larga vida haciendo la mayoría de años lo que quiso, vivir de su trabajo, publicando discos durante más de 70 años. Grabando horas y horas. A saber el fondo de catálogo sin publicar que debe tener. En ese aspecto ha sido un privilegiado, ocupando así un lugar destacado en la historia de la música. 

También fue fotógrafo y cineasta. Amante de lo analógico, el formato acústico, y más tarde lo digital, cabe destacar, como indica el prestigioso sello Touch (su casa musical), su última colaboración con ellos, "Working Touch", en formato de pendrive USB de 22 GB con nuevo material. Supongo que era su obra póstuma, su despedida, o algo así. 

Para quien no conozca a Niblock, deben saber que de su generación los nombres y apellidos de renombre eran míticos: Subotnik, Alvin Curran, La Monte Young...

Descanse en paz.

Pincha en la foto.




7.1.24

Infraloop - Live at Atronador Fest - MATE


Extracto en video del concierto que ofrecí en el espacio cultural Las Cigarreras de Alicante.
En el Atronador Fest. Bajo mi alias Infraloop. Algunos de mis trabajos con ese heterónimo están publicados en República Ibérica Ruidista

10.12.23

Escupemetralla - Cold grey void electrically operated by mantis-eyed humans.



El último trabajo de los inclasificables Escupemetralla, uno de los proyectos de música rara y/o experimental más underground (en su máxima expresión) de nuestro país, vuelve a publicarse en el sello catalán Novak, que está gestionado por uno de los gurús de la electrónica menos acomodada (Fermín Durán). La referencia es la número 155, titulada al puro estilo Escupemetralla (dadaísmo radical), "Cold grey void electrically operated by mantis-eyed humans" es un recorrido intergaláctico de escapismo sideral sobre uno de los grupos más amados (y en ocasiones odiado) del sistema solar: Pink Floyd.



El disco consta de 12 cortes oníricos donde se aglutinan sonidos ambientales de guerras cósmicas, solos de guitarras de afinación nebulosa, ritmos exploratorios que ni Esplendor Geométrico se atreverían a deglutir, y sonidos metálicos que en vena reproducen los sueños oníricos más radicales de cualquier ente no humano. La capacidad de inventiva y experimentación de Muhammad & Muhammad no tiene atisbo de apolillarse. Y si no me creen, pasen al directamente al tema "Operasi Koteka". Una deliciosa agonía sintética acompañada de ritmos que podrían haber sido ideados por Barret en estado triposo y encerrado en un almacén con sintetizadores. 

Esta publicación puede contener (ellos mismos avisan) sampleos de ADN obsoleto y degradado de Rick, Nick, Syd, David, y Roger. Según dicen, grabaron el disco en una cabaña junto a una posible pradera cerca de una monstruosa central eléctrica abandonada de Sant Adrià de Besós. Se trata también de un homenaje humilde, inclasificable, y críptico, que los Arquitectos del Miedo rinden a los Arquitectos del Sonido.

El excelente diseño de la portada es de J. A. Álvarez. El CD es digipack. Los dibujos son de Escupemetralla. 

Puntuación: 4/5




14.4.22

El arte en Ucrania

El caudal sociocultural del pueblo ucraniano es excelso. A diferencia de la propaganda filo rusa en el transcurso de la guerra, la identidad de Ucrania como pueblo es incontestable. Viene de siglos atrás, aunque siempre la "protección" de Rusia ha controlado los "excesos" nacionales y hasta folclóricos de esta región del Este europeo. Lo que no significa que los lazos históricos, y de sangre entre rusos y ucranianos haya sido algo predominante durante generaciones. 

Ucrania (significa literalmente tierra limítrofe), país grande europeo conocido por sus iglesias ortodoxas, su costa del Mar Negro, y sus montañas boscosas, tiene a nivel lingüístico una diversidad que hace fácil entender las contradicciones culturales que el invasor Putin lleva azuzando desde hace años para convertir Ucrania en un Estado satélite al estilo de la época soviética durante los años del COMECON. 


Una parte del país habla básicamente ucraniano, otra se comunica en ruso, y otra tercera lo hace en los dos idiomas indistintamente. Algo que se debe también a sus situación geoestratégica, a medio camino entre Europa y Asia. De ahí la vital importancia para Rusia.

Su singularidad radica en su ausencia de unidad religiosa (católicos tradicionales, ortodoxos, católicos de rito griego) y su falta de apego a la Iglesia, siempre cuestionada y caricaturizada por el pueblo ucraniano durante siglos.  

En el refranero ucraniano abundan dichos populares que reflejan todo lo citado anteriormente, junto a un carácter rebelde que se expresaba siempre en lo cultural.


No olvidemos que los ucranianos han sido un pueblo sufrido. Gran parte de su población se encontraba sometida a la esclavitud, que se abolió en 1961, y a mucho antagonismo de clase. Con abundante miseria en parte de la población y donde la riqueza pertenecía a muy pocos. Pero uno de los refranes populares de Ucrania dice así: "El lobo caza, después al lobo cazarán", que explica muy bien la resistencia hasta el final para acabar con sus enemigos. Es un equivalente al refrán español "A cada cerdo le llega su San Martín". 

Volviendo a la idiosincrasia de Ucrania, es necesario recordar el potencial cultural de un pueblo, que lejos de ser menor, sin apenas referentes en la música, literatura, pintura o danza, alcanzó durante largos períodos de su historia, una presencia sobresaliente en el mundo del arte. De Ucrania han salido algunos de los mejores artistas de los últimos 200 años. Y en plena invasión rusa es de vital importancia destacar a algunos de sus iconos más representativos.


Los pianistas Horowitz, Gilels, Richter, violinistas míticos como Óistraj, bailarines pioneros como Nijinski, escritores como Gogol y Bulgakov, o pintores vanguardistas como Malevich (padre del suprematismo). Son la punta del iceberg del arte ucraniano, muchas veces confundido con el ruso al pertenecer algunos de ellos a la época soviética. Aunque parezca una perogrullada, no todos los soviéticos eran rusos.


El ilustre compositor Sérguei Prokofiev (Romeo y Julieta, Pedro y el Lobo) nació en Donetsk, territorio en disputa, aunque su vida artística no se entendería sin la influencia de San Petersburgo y Moscú. Otro músico importantísimo por su virtuosismo y amplitud de repertorio fue Sviatoslav Tichter, nacido en Zhitomir, y considerado uno de los pianistas más importantes del siglo XX. 

En cuanto al cine, la importancia es brutal. Aleksandr Dvzhenko, uno de los grandes cineastas soviéticos y pionero en la teoría del montaje, fundó los Estudios Cinematográficos que llevan su apellido. Director histórico junto Eisenstein o Pudovkin. Dziga Vértov, se trasladó en la década de los años 20 de Moscú a Ucrania para rodar lo más importante de su carrera, en el estudio cinematográfico VUFKU. Documentales de vanguardia como El undécimo año, la obra maestra el cine mundial El hombre de la cámara, o el primer documental ucraniano sonoro "Entusiasmo (Sinfonía del Donbass") son historia del cine soviético pero también ucraniano. Otro director importante, Paradzhanov, de origen armenio, contribuyó a desarrollar el séptimo arte en Ucrania, creando su propio estilo, alejado totalmente del realismo socialista imperante ya en su tiempo. La película más importante, posiblemente, de la historia del cine, "El acorazado Potemkin", de Eisenstein, está basada en historia acaecida en Ucrania. Recordad Odesa. 

Son los más conocidos de un estado soberano invadido por el imperialismo ruso de Putin.

Muchos de ellos, soviéticos de convicción estarían horrorizados si vieran lo que ocurre en su tierra natal. Otros, aunque no fueran nacidos en la actual Ucrania, también sufrirían al ver los horrores de esta guerra injusta: Einsenstein, soviético nacido en Riga (Letonia) desde sus escaleras de Odesa, Jascha Heifetz desde Vilna (Lituania), o Mstislav Rostropovich desde natal Bakú (Azerbaiyán). 

El mundo del arte también debe estar con los oprimidos, los invadidos, el pueblo ucraniano. Y todo comunista, progresista, y gente de izquierdas debe posicionarse contra una guerra, la de Putin, que es imperialista en su totalidad. 





12.9.21

Low. Desde Duluth enterrando prejuicios.



"White Horses" avisa desde los primeros compases que los de Duluth van a seguir ahondando en la brecha abierta con sus dos discos anteriores, producidos por BJ Burton. Esta especie de falsa trilogía abre en canal las contradicciones de Low con respecto a la misma existencia. Lo bueno y lo malo de estar vivo, sin miramientos, con desgarro y mucha emotividad. 

Vuelven a una estética sonora armada con herramientas provenientes del mundo de la música electrónica no convencional, retorciendo aún más la idea originaria. Experimentando como décadas atrás hacían los maestros de la vanguardia, que no despreciaban ningún tipo de sonido por ruidoso que fuera.

En el disco habitan bases densas de pura niebla cortante e hiriente, palpitaciones convertidas en loops, y sonidos que desfloran esperanzas a través de unas melodías que se posicionan sobre ese muro sónico, aparentemente frío, pero que tiene más "alma" que muchas de las producciones que nos entregan los grandes popes de lo alternativo.

Low labran su camino iniciado hace casi 30 años, siguiendo la estela de grupos como los maravillosos Bedhead y toda aquella escena ya lejana que alguien definió como slowcore. Una etiqueta que la propia banda de Minesota rechaza. 

Recuerdo la primera vez que les escuché. Fue con la canción "Shame", de su segundo disco. Tras sus dos primeros álbumes en un pequeño sello discográfico, saltaron a mi idolatrado sello Kranky, hogar de algunas de las bandas más luminosas de los últimos tiempos. Pero fue en Sub Pop, sí, ese sello super grunge de la escena rock alternativa de los años 80 y 90, donde se mueven como pez en el agua y con total libertad para expresar su idea metafísica del mundo. No debemos olvidar que son de un lugar donde ser mormón es tan masivo como nuestra religiosa forma de convivir socialmente en España, la de ir de terraza en terraza en busca de bares.

Nostalgia, tristeza, esperanza, emotividad, sanación, depresión. Todo esto, y más, puede concentrarse en una canción tan redonda como "All Night", que podría haber sido el single, pero no lo es. Esa composición es uno de los mayores aciertos del disco, que ya es el decimo tercero, si no me equivoco.

Equilibrado pero al mismo tiempo intenso, y con producción con capazas de distorsión para el cultivo de cualquier tímpano descarriado y perdido, encontramos el él una evolución en el proceso de creación de las canciones y también en el orden elegido para cada de una de ellas. En definitiva, es el summum de esa búsqueda constante de certezas que nunca serán comprendidas en su totalidad. 

Por otro lado, la forma coral de las melodías, asentads en esa acalma marca de la casa, sigue siendo seña identitaria de Low, a pesar de que busquen revestirlas, con más ahínco que nunca, de un rugoso magma de ruidos engendrados mediante distorsiones con estructuras repetitivas, o con ingredientes tan intensos como acoples lujosos que añaden suntuosidad a la idea aparentemente básica de los de Duluth. 

Los cambios bruscos entre la calma aparente y la oscura densidad dan más corporeidad y sinergia a un disco que en ningún momento peca de pesadez. Esto no significa que sea un trabajo fácil de escuchar (tampoco es difícil) si partimos de la media de producciones del universo pop-rock alternativo que nos presenta esta época que vivimos donde el reciclaje, la mutación, en incluso la fagocitación de estilos, son santo y seña  de nuestro tiempo presente.

Está claro que bandas como Low son valientes, pero no innovadoras. Se adentran por caminos y derroteros ya pisoteados hasta la saciedad por proyectos experimentales de otros estilos casi siempre más arriesgados, pero se agradece, y mucho, que estas apuestas desde el rock basen su trabajo expresivo-sónico en el ruido.

Los primeros que me vienen a la cabeza son Sun O))), dúo formado por Stephen O´Malley y Greg Anderson (pero sin esa espiritualidad), o incluso el proyecto (amado por Kurt Cobain) Earth cuyos sonidos más primitivos influyeron a multitud de bandas de rock más inquietas. Eso sí, Sun 0))) entran al templo para bajar a los infiernos, mientras que Low lo hace para adorar a Dios. Trabajos de músicos como Tim Hecker, Lawrence English, Aidan Baker, y toda la retahíla estética basada en el ambient y el drone más áspero (tanto en el mundo rock como en el electrónico), han hecho mella en estos creadores de oraciones populares.

Si a través de la escucha de Low, los amantes de la música rock más alternativa llegan a otros universos sonoros, bienvenidos al lado "oscuro" de la música porque dejarán de ser infieles provenientes de la Sodoma que renegó en distintas ocasiones de todo lo que sonara a electrónico y conformara estructuras atonales ruidistas. ¿Los más fundamentalistas llegan tarde? Tal vez, pero al menos, entran en el salón de los caídos para adorar, sin saberlo, todo lo que antes criticaron. 

"Hey What" es una buena entrada al mundo de lo bello a través de la falsa fealdad. Sin importar que el pop gestionado por las grandes multinacionales, y ahora plataformas de música en streaming, fagocitan todo lo nuevo para convertirlo, en ocasiones, en algo rancio. Esperemos que con Low no suceda. Mientras tanto, escuchen este nuevo trabajo (espero que no el último) que como mínimo no defraudará a los que buscan experiencias más allá de la diversión y el hedonismo mal entendido.

Nota: 8/10





31.8.21

Lee Perry. Más experimental que los popes experimentales.


Acaba de fallecer otro de los artistas fundamentales de buena parte del siglo XX, Lee Perry. Técnico sonidista desde el primitivismo y la precariedad, fue santo y seña durante mucho tiempo en el país del que provenía, Jamaica. Este excéntrico músico fue el que mejor supo escarbar en las entrañas de la música que se estilaba en la década de los años 60 y 70, en ese periodo de transición de las música llamada ska. y posteriormente rocksteady. 

Pero de esto no voy a hablar en esta necrológica escueta que sirve de sincero homenaje, ya que hay numerosos libros especializados en esto, como por ejemplo el que más valoro personalmente: "Bass Culture" de Lloyd Bradley, una auténtica biblia rigurosa y repleta de información. 

Me quiero centrar mejor en la importancia y el talento creativo de Perry, un auténtico revolucionario por sus grandes aportaciones innovadoras, ya fagocitadas desde hace varias décadas por los músicos hasta más tradicionales de las diferentes tendencias, el punk (el post punk de The Slits, Delta 5, PIL), al r´n´b, pasando por el rap (KRS-One), y el techno (The Orb, Moritz Von Oswald, Basic Channel, Porter Ricks). La lista de proyectos sería interminable.

Creador del reggae y padre putativo de los Wailers, Perry trabajo con los grandes. Era una leyenda viva hasta hace dos telediarios, cuando falleció con 85 años en Lucea, zona norte de Jamaica, aunque su lugar de residencia durante bastantes años fue Suiza.

Tal vez por su procedencia humilde, con una infancia y juventud repleta de carencias, Perry se interesó en lo esencial, en el esqueleto musical de la música popular de su país, en el bajo y en los ritmos, dotando de nuevos sonidos a la música con la que trabajaba gracias a la experimentación alejada de prejuicios. En este sentido fue uno de los que diseñó, junto a King Tubby, ese subgénero maravilloso llamado dub. Con más libertad ya en su propio estudio casero Black Ark. 

Su manera de trabajar fue adoptada por otros maestros técnicos de generaciones posteriores como Sly and Robbie, y también Mad Professor (que trabajó con Perry en varias ocasiones). La alargada sombra de este "Super Ape" rebelde (con causa) y visionario, va a perdurar durante varias décadas aquí y "outta space". 

Basta recordar que gracias a él se grabó (por The Upsetters) el disco fundamental de Max Romeo "War Ina Babylon", producido por el propio Lee Perry. Siendo la canción "Chase The Devil" todo un himno político, como muchas de sus producciones de los revolucionarios años 70, que años después recuperaron mediante sample The Prodigy en su mítica canción "Out of Space". Un clarísimo ejemplo de que el legado de Lee Perry está más vivo que nunca.

Para mí el dub es parte fundamental de la experimentación, que gira en torno a músicos, técnicos, y productores provenientes de un país del Tercer Mundo, pobre, de gente humilde que con escasísimos recursos aplicaron, inventaron, y desarrollaron técnicas y formas de entender y trabajar el sonido, más allá de lo que burgueses blancos de EEUU y Europa pudieron alcanzar con muchos más medios (laboratorios de música millonarios). De ahí que tenga mucho más valor para mí. 

El dub, oh, el dub. Esa técnica que dobla pistas de sonido del reggae, enfatizando la línea de bajo, eliminando en ocasiones la pista de la voz, jugando con ella a través de eco, reverberando para crear un universo sónico inquietante y atmosférico, es de lo más valioso que ha parido el ser humano en sus expresiones artísticas relacionadas con la música. 

El propio Perry decía que "el estudio era como un ser vivo, una vida en sí misma". "La máquina debe estar viva e inteligente. Luego pongo mi mente en la máquina y la máquina realiza la realidad". Con afirmación (preñada en las últimas palabras de pura metafísica) hay cierto paralelismo con otros productores no músicos. Los primeros que me vienen a la mente son Phil Spector con su "wall of sound", y también Brian Eno, tal vez el mejor "no músico" de la historia. 

Keith Richards le consideraba el Salvador Dalí. También tenía algo de Sun Ra por su espíritu inclasificable e indomable. Influyó notablemente en la carrera de Bob Marley. En este sentido, Perry fue un creador de creadores. Aunque la colaboración entre ellos acabo mal, en lo personal y en lo económico. Demasiado libre era Perry para pensar en generar lucro por su trabajo.

También dice mucho de él la acogida que dio a unos blancos de la antigua metrópoli del imperio británico, los punkis The Clash, cuya canción "Complete Control" fue producida por Perry. Y ese mismo año produjo dos canciones a Paul y Linda McCartney.

Su obra se encuentra en sus propios trabajos  y en los de Max Romeo, Augustus Pablo, The Heptones, Junior Byles, The Mystic, Devon Irons, Bunny and Ricky, Peter and Paul Lewis, Sanny Hensworth, Junior Ainsworth, Dillinger, Lee and Junior, Junior Delgado, Sons Of Light, The Black Notes, The Orb, Mad Professor, The Clash, y muchos más.

Aquí una muestra  (vídeos en youtube) de su obra, sus producciones, y su influencia en la música...







21.6.21

Erizonte. Escultura sonora por la libertad. Tributo a OPS.



La obertura creada por Erizonte ya nos avisa de la carga de profundidad de "Sonidos en el silencio", (título que viene de un corto "La edad del silencio" corto animado de 1978 dirigido por Gabriel Blanco.

Con ese ambient fantasmal y tenebroso que emana desasosiego, forma una especie de azote de pensamiento crítico, de esos que durante décadas ha generado el maestro Ándrés Rábago (Madrid, 1947), antes como OPS  (significa abundancia en la mitología romana) de su época antifranquista (el caso del que trata este sincero tributo) y ahora como El Roto en tiempos de democracia (burguesa). Muy en la línea nuestro ilustre Goya. 

Sinceramente es un lujo poder escuchar las colaboraciones que Julián Sánz Escalona ha ido conformando con el tiempo en este ecléctico pero uniforme disco conceptual que merecidamente ha sido parido en forma de vinilo (con anticipos anteriores en formato CD). Álbum colectivo impulsado por el propio Julián. 

Los colaboradores son un aluvión de músicos históricos de la música experimental y underground.

Impagable la participación del mítico dúo Mecánica Popular (Luis Delgado y Eugenio Muñoz), pura historia de la vanguardia sonora de la España de los 80. La lista es exquisita. Nombres de culto de la escena, pioneros que nunca dilapidaron su ingenio y creatividad. La Fura Dels Baus (con Miki Espuma como compositor), Los ya desaparecidos Macromassa (uno de sus miembros, Víctor Nubla, falleció en marzo de 2020, y el disco está dedicado a él), el grupo post post punk Mar Otra Vez (reunido para la ocasión después de décadas sin actividad), Esplendor Geométrico (más laboriosos que nunca), el maestro de culto Pelayo F. Arrizabalaga junto a Eli Gras (uno de los talentos de nuestro país), Scud Hero (protagónico en la electro rock de principios del presente siglo), y Javier Corcobado, que cierra el ciclo de colaboraciones que Escalona, bajo su alias de Erizonte, ha edificado, dotando de una música onírica y pensativa, el trabajo como agitador de conciencias que OPS encarnó durante años. 

El disco es un antídoto contra el efugio vital imperante en estos tiempos de manipulación e individualismo. Siguiendo esta idea, esta oda efusiva, derrama vitalidad, muy superior a la mayoría de trabajos que suelen publicarse. Vitalidad con actitud (en su vertiente crítica del sistema) de gran eficacia. Siendo una apuesta arriesgada en eso de publicar obras sonoras con mensaje, algo tan anómalo hoy día. Los músicos citados emplean sonidos e instrumentos que engarzan formas nuevas (o no tanto) de expresión, enhebrando una especie de banda sonora que desaturde nuestras mentes abarrotadas de pensamientos nefastos. 

Sin esnobismo alguno, con sinceridad y verdad en cada hueco del pentagrama, se esparcen con agilidad y sabiduría toda una serie de conceptos que eran fórmula artística de Rábago, casi regla inamovible que servía para explicarnos el mundo que nos rodea. 

La explotación, la manipulación, los diferentes tipos de opresión, la importancia de la educación, el papel desastroso de la Iglesia como inoculador de sometimiento y sumisión, el poder del miedo, la mejor de las armas, nuestro universo de humor negro, y nuestro espíritu de superación ante los obstáculos. La represión en todas sus formas es lo que vertebra este álbum que se convierte en otro artefacto más de los artistas y músicos españoles que siempre han defendido la libertad. 

Este disco, en su intrínseca concepción es una bofetada al poder, no como algo metafísico, sino como algo material que decide nuestro destino, o al menos lo intenta con las diferentes armas de que dispone.

En la estepa musical de nuestro país, algunas veces surgen chispas luminosas y abrasivas que retumban frente a lo acomodaticio y lo subvencionado. O se está con el poder, o se está contra él. Erizonte lo tiene claro en este disco tributo a OPS.

Disco imprescindible. Pero aviso, no es apto para los que aborrecen los sonidos chirriantes y la música atonal. Este es un disco de aquello que llamaban vanguardia

El acertado diseño gráfico está acompañado de una selección (realizada por el propio Rábago) de sus viñetas, ilustrando cada una de las composiciones de los protagonistas de este disco colectivo. 

Puntuación: 4/5.

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Por Sergio Sánchez