Los
documentalistas audiovisuales deben cumplir varias funciones básicas como la de
analizar el material disponible y así describir las imágenes trasladando a una
base de datos esa información para que a posteriori se pueda utilizar al
servicio de los usuarios. Gestionar los fondos audiovisuales, y disponer para
los usuarios el tejuelado, la ubicación del material en un lugar concreto de
almacenaje, etc. Y recuperar ese material para el manejo de los usuarios,
utilizando la base de datos.
Desde
mi experiencia como ex catalogador en una fonoteca y como fonografista, la
importancia de la preservación del patrimonio sonoro es fundamental, y muy necesaria
para poder desempeñar unas funciones que sirven para la recuperación del
patrimonio sonoro, a pequeña escala.
Es importante no solo preservar
sonidos que poco a poco desaparecen, sino hacer comprender que son fuente
documental de gran valor para futuros investigadores de nuestro pasado más
reciente.
Se consigue además que se preste
atención a la escucha, a otra forma de entender el mundo que nos rodea. La
docencia, en este sentido es vital. Los más jóvenes deben aprender que los
sonidos son patrimonio de todos, tal y como explicamos en la asociación de arte
sonoro a la que pertenezco, Intonarumori.
Actualmente
ubico material audiovisual y libros siguiendo las normas de catalogación de la
empresa en la que trabajo. Participo también del proceso de devolución de
producto y reparación de objetos defectuosos.
Con anterioridad fui estrecho
colaborador del artista Francisco López en la creación de la Fonoteca SONM del Centro
Cultural Puertas de Castilla (Murcia, España). Era el encargado de catalogar
todo el material recibido para la implantación antes de la apertura.
Al principio fueron unos 5.000 documentos, mayoritariamente audiovisuales.
El proceso fue muy gratificante
pero complicado y lento en la catalogación, ya que la mayoría del material era
difícil de identificar por cuestiones estéticas (visualizar nombres, títulos,
etc.) y también para digitalizar para la web. Además, los ítems sobre
género/estilo eran también complicados ya que la interpretación de los sonidos.
Los músicos utilizaban diversos estilos en el uso
de la reconfiguración sonora, y la dificultad existía por la catalogación por
género, lo que ralentizaba mucho el trabajo.
Bibliografía
- Bailac, M. y Català, M. “El
documentalista audiovisual”. El profesional de la información, vol. 12, nº 6,
noviembre-diciembre 2003.
- Coll-Vinet, R. “Capítulo II.
Profesionales de la documentación” en: Profesionales de la documentación, ATE,
Barcelona, 1982, pp. 47-74.
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